
Fue lo que resaltó en la parte central de su homilía en la víspera de la festividad de la Virgen de Caacupé, el Padre Osvaldo Duarte, superior de los Redentoristas.
Sostuvo que la llamada del Señor es que el cristiano sea sal y luz de la tierra. La sal evita la descomposición y la luz ilumina para disipar la sombra del mal.
El sacerdote indicó que no hay que ser cómplices de lo oscuro y las manipulaciones, esa es la condición de un cristiano.