Un metaanálisis sintetiza 50 años de investigación sobre privación del sueño y demuestra cómo este fenómeno puede producir cambios emocionales al despertar.
El estudio publicado en la revista científica de la Asociación Americana de Psicología ha revelado que, los efectos más fuertes y consistentes son la reducción del estado de ánimo positivo y el incremento de los niveles de ansiedad.
“Los resultados del estudio son importantes porque reflejan lo que les sucede a muchas personas en la vida cotidiana. Por ejemplo, los nuevos padres pueden despertarse con frecuencia para alimentar a sus hijos, o las personas pueden ver temporalmente afectado su sueño por ruidos durante la noche. Todo ello cambia la estructura y la cohesión del sueño sin cambiar necesariamente la duración del mismo”, expuso Joanne Bower, autora del estudio e investigadora de la Universidad de East Anglia (Norwich, Reino Unido).
Esto coincide con lo expresado por la psicóloga Nuria Roure, miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES). Para ella, si las emociones fuesen los pedales de un coche, un buen descanso permitiría un correcto equilibrio entre el uso del acelerador y del freno. La falta de sueño, sin embargo, sería el equivalente a conducir sin frenos.
Fuente: El País.