Durante la sesión ordinaria de este miércoles, la Cámara de Diputados dio aprobación al proyecto de ley “Que crea la obligatoriedad de entonar el canto del himno nacional paraguayo, una vez por semana, en todas las escuelas y colegios públicos y privados del territorio del Paraguay».
La iniciativa, que ahora debe pasar al senado, no debería tener mayores objeciones. De hecho, sin necesidad de una ley que nos obligue a hacerlo, en nuestros años mozos era común esta práctica incluso todos los días. No va tanto por allí la cosa.
El problema es cuando nos quedamos con la forma y no la llenamos de contenido. Cantar a voz de cuello el himno nacional, pero al mismo tiempo llenar la función pública de recomendados y amigos del poder de turno no representa precisamente un signo de patriotismo. “A Dios rezando y con el mazo dando”, nos decían nuestras antiguas maestras, haciendo referencia a no quedarnos solamente con el gesto sino sobre todo pasar a la acción.
Ya en épocas anteriores de intentó imponer la difusión de la música paraguaya por decreto y fue un rotundo fracaso. Realmente, las únicas músicas que entró de fino en el gusto y consideración de aquella generación de los años ’70 y ’80 fue el nuevo cancionero y el rock nacional, dos géneros que no eran reconocidos por APA como música paraguaya en ese tiempo.
Lo mismo ocurre con los homenajes y condecoraciones que habitualmente imponen el congreso o las juntas departamentales y municipales. Claro que son meritorias esas iniciativas, pero de muy poco sirven si no van acompañadas por verdaderas políticas de estado que impulsen los sectores de aquellas personas reconocidas.
Es lo que ocurría también ayer con la joven y talentosa Ayelén Alfonso que recibió el galardón Emiliano R. Fernández, pero lo interesante sería que el mismo esté acompañado, por ejemplo, con una beca para que 10 jóvenes músicos paraguayos de alto nivel puedan estudiar en conservatorios internacionales o puedan acceder a los grandes estudios de grabación.
Cuando la Hermana Regina recibió su condecoración en el Senado fue muy clara: “Dispongan las partidas presupuestarias para abrir centros de rehabilitación” dijo la antigua y quizá única adalid que trata con conocimientos con sobrados conocimientos y gran experiencia el doloroso tema de las adicciones en nuestro país.
Otros menos famosos que han recibido pergaminos me suelen decir lacónicamente “lástima que con este papel no puedo comprar nada en el súper…”
Por lo tanto, aunque sigan promulgando leyes patrióticas para cantar himnos en los colegios, loas al Mariscal o hurras a nuestro rico pasado histórico, de nada servirán estos gestos altisonantes si no van acompañados de cuestiones mucho más prácticas, como lo es el fortalecimiento real de las líneas de ayuda a las áreas más abandonadas y vulnerables de nuestra sociedad.
Los grandes enunciados patrióticos. Las fotos con él o la homenajeada, o la simple proclamación del amor a la patria no garantizan mucho. Sobre todo, si no se acompaña con ejemplos acordes de conducta ciudadana.
Si así no fuera, todo queda en un inmenso vyroreí que solo sirve para el lucimiento momentáneo de quienes se embanderan con causas en las que de verdad no creen y eso sí, para sacarse las fotos de rigor en poses de benevolentes benefactores de nuestra sociedad.
MF
"De himnos y homenajes"
— MEGA TV (@Megatv_py) May 24, 2024
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