Viniendo de una familia de maestras no es fácil hacer una selección de aquellos docentes que moldearon mi carácter y le dieron a mi espíritu la armadura apropiada para enfrentar una larga vida.
Aún así, casi al azar, en homenaje a este día tan especial en el que agradecemos a quienes nos dieron cobijo en sus inolvidables aulas, se me ocurrió como un acto de estricta justicia recordar a 8 maestros y maestras inolvidables, tanto de colegio como de facultad.
1) Idalia Flores de Zarza. La legendaria profesora de historia del colegio Cristo Rey. Docente de numerosas generaciones que crecieron bajo el relato apasionante de aquellos retazos fundamentales de nuestra nación. Sus clases, lejos de ser aburridas, eran una ceremonia apasionante de recuerdos y anécdotas de aquellos momentos que marcaron para siempre el destino de nuestra nación. Nadie pudo permanecer indiferente o distraído luego de aquellas horas en las que pasaba ante nuestros ojos la pura y rica historia de una gran nación como la nuestra.
2) Elixeno Ayala. Jurista de fuste, llegó a integrar una de las primeras Cortes Supremas de Justicia de la incipiente democracia. Cuando nos enseñaba Educación Cívica y Moral nos recordaba invariablemente que estábamos en el Paraguay y que, por lo tanto: gran parte de esas leyes escritas podían convertirse fácilmente en letra muerta en un país todavía atrapado en los resabios de una larga dictadura.
3) Víctor Salomoni. El profesor de literatura por antonomasia. Todavía recuerdo cuando me corrigió mi discurso de fin de año, dedicado a él, como el profesor más querido, aconsejándome cambiar el vocablo plague por rezongo. Salomoni inició en muchos de nosotros el gusto por la lectura sin las imposiciones académicas tan inútiles como insoportables. Lo suyo era un dejar fluir hacia lo que cada uno finalmente iría encontrando en los libros de su preferencia tarde o temprano.
4) René Recalde. Nuestro doctorcito. Profesor de Anatomía. Divertido y práctico. Nos enseñó el valor y el compromiso social del ejercicio de la medicina. Hizo de una materia áspera una clase amena y divertida en la que no cabían el tedio ni la distracción. Con el aprendimos que el colegio sería en realidad la época más feliz de nuestras vidas.
5) Laureano Pelayo García. Uno de los más grandes profesores que tuvo el Paraguay. Filosofo en esencia a mi me tocó como maestro de Historia de la Arquitectura, materia en la que obtuve uno de mis pocos cinco de mi trayectoria académica. Con Pelayo una viajaba con la imaginación por aquella Roma inmortal de los Césares y la Atenas que fundó el pensamiento occidental. Alguna vez me aseguró que yo era su alumno preferido por el solo hecho de ser sobrino de su amigo personal Oscar Ferreiro.
6) Jorge Patiño Migone. Otro maestro infrecuente. Muy lejos del estrado académico magistral, para bajar hasta nosotros como uno más, y enseñarnos a vivir la arquitectura como un hecho profundamente social y humano. Con el íbamos a recorrer el interior para mostrarnos las maravillas de los diseños de nuestros ranchos con culata yobai y techos de paja. Fue Patiño el que nos dio como ejercicio final el desafío de diseñar viviendas para sectores inundables en Asunción, hace ya más de 40 años.
7) Ricardo Caballero Aquino. Nos enseñó a leer a Frost en inglés, pero también nos explicó la azarosa historia del Paraguay en aquellas clases inolvidables en el viejo Instituto Superior de Lenguas. Solía borrar el pizarrón con sus medias ante la carencia de insumos. Después seguimos sus pasos en la redacción de ABC y en la traducción de los grupos de rock inglés y de EEUU que comenzaron a venir al Paraguay en los ’80.
8) Regina Sian. Maestra de la vida. La que me enseñó finalmente que la vida es hoy, no ayer ni mañana, y que es posible salir del infierno mediante el curioso ejercicio de rendirse para triunfar. Docente de muchos que aprendimos de ella que nadie conserva lo que no comparte. Solo por hoy.
MF
"Maestros de vida"
— MEGA TV (@Megatv_py) May 1, 2024
✍️ Comentario del día, por @Ferreiromario1 para #Info18, sobre el día del maestro.
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