Nunca fuimos amigos íntimos con Carlitos Viveros, pero siempre nos “tiramos buena onda”, sobre todo en aquellos años en los que yo me iniciaba como animador de eventos y conductor de TV y tuve que presentarlo en innumerables ocasiones.
Yo no sabía de sus orígenes den la Jester Boys y tuvo como guitarrista al Maestro Miguel González.
Ante la clásica pregunta acerca de la cantidad de integrantes del grupo no son pocos los que no logran entender porque aquello de Caribe3, si generalmente en sus discos y casetes aparecen 5 o 6 integrantes, a lo que el querido amigo Gerkin Daniel contesta:
“Cuando se formó Caribe 3, lo integraban Carlitos Viveros, Juan Ángel y Ernesto Couchonal, y actuaban en las Parrilladas con Show; Tal fue el éxito que le comenzaron a contratar para fiestas; entonces comenzaron a agrandarse para la ocasión”.
Fueron años intensos, con la estupenda voz femenina de Yerutí y con un repertorio que trascendía la música tropical alcanzando incluso a la música paraguaya que tanto amaba Carlos. De hecho, alguna vez inició una campaña para cambiar los canticos argentinos de nuestras hinchadas locales por ritmos nuestros, entre muchas de sus quijotadas.
Animador a tiempo completo, Carlos tampoco se privaba de su pasión por el fútbol, siguiendo con fervor a su amada Academia, el Nacional Querido, del cual llegó a ser socio vitalicio. No era raro verlo y escucharlo en la combativa platea nacionalófila, o llamando a debatir sobre cada partido en los programas nocturnos de deportes, en donde se analizaba minuto a minuto lo que había ocurrido en cada encuentro de fútbol.
Pero volviendo a la música, su gran pasión, Carlos era número puesto en todos los programas musicales de aquella televisión de los ’70 y ’80, cuando solo existían el 9 y el 13, y las fiestas más tradicionales se hacían en el Sajonia y el Mbiguá. Era tanta su versatilidad que en una misma noche uno podía escuchar a Caribe 3 en una parrillada, un casamiento, un cumpleaños de 15 alguna fiesta multitudinaria en Itá o en Guarambaré.
Carlitos fue en realidad siempre el alma de la fiesta, donde él estaba estallaba la alegría y la animación, así se trate del baile más humilde o los grandes salones de la alta sociedad. Su sonrisa comandaba el escenario siempre y su eterna sonrisa solo auguraba otra noche de ilimitada y sana diversión. Desde su set de percusión bien provisto de congas, tumbadores y timbales comandaba a su grupo con verdadera maestría y contagiosa felicidad.
Su hija Grisel es digna heredera de su talento y excelente manejo de la escena. Su exitoso paso por la TV y los escenarios ha sido un gran éxito por mérito propio. Estoy seguro que Carlos estaba orgulloso de ella.
Gracias Carlitos por transmitir ese espíritu siempre jovial. Tu ausencia física se parece más bien a una broma cruel de ese maldito tirano, llamado tiempo, que nos persigue con implacable ensañamiento hasta pretender nuestra desaparición definitiva.
Algo que sin embargo no ocurrirá cada vez que recordemos “A Nivel de Cuates”, a este inolvidable animador de tantas noches infinitas de una Asunción que hoy ya parece esfumarse de nuestra frágil memoria.
MF