En marzo de 2021 el portacontenedores Ever Given encalló en el canal de Suez. Los seis días que el canal permaneció cerrado levantaron una ola de preocupación en todo el mundo al quedar bloqueado el paso a través de esta estratégica vía por la que circula un 30% del tráfico mundial de contenedores. El incidente provocó serios retrasos en las cadenas de suministro a nivel mundial, cuyos efectos se seguían sintiendo meses después de la crisis.
La inquietud por el caso Ever Given palidece ahora frente a la que provoca los ataques de los hutíes, un grupo insurgente yemení, en las proximidades del estrecho de Bab el-Mandeb, en la entrada del Mar Rojo, camino de los mercados europeos a través del canal de Suez. A principios de noviembre de 2023 este grupo rebelde comenzó a bombardear objetivos israelíes y norteamericanos en apoyo al grupo palestino Hamas. Sus ataques, que se han extendido al tráfico comercial que se aventura a transitar la zona, buscan provocar un colapso que fuerce a Israel a detener su ofensiva en Gaza.
El impacto de esta situación sobre la economía global no es fácilmente cuantificable pero, de entrada, ha producido el encarecimiento de los seguros para quienes continúan utilizando esta ruta.
Además, cabe esperar que la tensión sostenida en esta vía acabe incrementando el precio de la energía. Aproximadamente un 12% del crudo que se comercia en el mundo atraviesa Suez, pasando antes por el estrecho de Bab el-Mandeb.
A todo esto se suman el sobrecoste generado por los retrasos que producirá la circunnavegación de África y la posibilidad de desajustes entre la oferta y la demanda de insumos.
Todos estos factores crean un escenario que, de mantenerse, probablemente se traduzca en un incremento de los precios al consumidor y en un repunte de la inflación.
Fuente: The Conversation