Compartir una pileta en algún club, balneario e incluso en la vivienda particular, requiere de una serie de recaudos a tener en cuenta, como medida de prevención y que permitan disfrutar al máximo la actividad.
Por eso, el Ministerio de Salud resalta que la supervisión adulta es fundamental. Así pues, los niños deben bañarse siempre en presencia de algún adulto que los vigile. Por más de que creamos que pueden estar solos, hasta que sean mayores no tendrán la madurez necesaria para entender todos los riesgos que entraña el agua.
Los bordes, trampolines, toboganes y escaleras de las piscinas pueden ser muy resbaladizos en caso de estar mojados. Es conveniente enseñar a los niños que tienen que ir con cuidado y llevar puestas las zapatillas. Caídas producto de resbalones pueden provocar lesiones importantes.
Cuidados a tener en cuenta
De acuerdo a la cartera sanitaria, si los niños han comido abundantemente deben esperar 2 horas antes de meterse en el agua con el fin de evitar cortes de digestión. Si la comida o la merienda han sido livianas pueden entrar al agua, pero no de golpe. Primero los pies, luego las piernas hasta la cintura y por último el torso.
Además, la exposición al sol sin ninguna protección puede traer graves consecuencias, principalmente en el área ocular, causando irritaciones, lesiones en córnea, quemaduras en párpados, pterigión (carnosidad) y hasta catarata.
Las piscinas pueden constituir una importante fuente de transmisión para contraer conjuntivitis, tanto las de tipo alérgicas por los productos químicos utilizados en ella, como las infecciosas, porque el agua se convierte en un caldo de cultivo para el desarrollo de este mal. Para evitar contraer conjuntivitis, es indispensable asegurarse de que la piscina esté lo más limpia posible.
En caso de presentar irritaciones por el cloro, existen colirios descongestivos, sin corticoides para luego de las piscinas. En ningún caso es recomendable la automedicación, ya que se corre el riesgo de lesionar la visión.
Fuente: MSPBS
